Publicado por Isaac Mtz. , domingo, 25 de septiembre de 2011 13:45

"Piromanía for dummies", o por qué mi fascinación hacia el fuego Seguid las llamas: http://www.apolorama.com/2011/08/combustion-onirica-narcolepsia-liii/

(Interlude) Narcolepsia LIX

Publicado por Isaac Mtz. 13:39

Mientras el mundo colapsa los escombros cobran vida y dan a luz los versos más luminosos. Ver el apocalipsis en: www.apolorama.com/2011/07/instinto-nuclear-narcolepsia-lviii/

Instinto Nuclear // Narcolepsia LVIII

Publicado por Isaac Mtz. 13:29

Tomad las armas, desenfundar la inspiración y prestar atención a los proyectiles! Favor de detonar en: www.apolorama.com/2011/07/instinto-nuclear-narcolepsia-lviii/

Orfandad deliberada (Narcolepsia LIV)

Publicado por Isaac Mtz. , sábado, 18 de junio de 2011 16:14

¡Seguid las luciérnagas! ↓

www.apolorama.com/2011/06/orfandad-deliberada-narcolepsia-liv/

Publicado por Isaac Mtz. , sábado, 16 de abril de 2011 12:52

Haiti and the ∞ sadness Happiness!

Destello Genealógico (Narcolepsia XLIX)

Publicado por Isaac Mtz. , miércoles, 12 de enero de 2011 17:28

Por Isaac Martínez Urbano

“¿Por qué mueren tan rápido las luciérnagas?” le pregunté a mi padre, aturdido por el incesante brillo de minúsculos seres que volaban a nuestro alrededor en medio del campo de Oaxaca. Sujetaba fuerte su mano por temor de que los bichos fueran a estrellarse contra mí.

Sentía un vértigo inusual hacia esas criaturas que soltaban un destello verdoso, lo soltaban al infinito, se desposeían de luminosidad y la entregaban a la noche. A la inclemente oscuridad que nos acaecía en medio de la nada, ellos eran los únicos que la retaban.

Los coyotes había cesado su aullido, las mantis religiosas escondían sus plegarias en las rocas, las serpientes callaban sus cascabeles y susurraban canciones de cuna a los conejos. Pero las luciérnagas continuaban con su júbilo insomne. No les imponía el silencio que provenía del hades y se estampaba con la luna; “debe ser eso –pensé- son descendientes de la luna.

La luz proporcionada por los insectos alumbraba tiernamente el rostro de mi padre, le imprimía un tono turquesa, se veía espléndido, era el más guapo, era el más anfibio. Lo miraba hacia arriba, como a un titán que le ordenaba a la maleza hacerse a un lado a nuestro paso. No caminábamos, trotábamos por las veredas y las veredas nos obedecían, de haber querido me montaba en sus hombros y emprendíamos un galope taciturno por los solitarios montes de Oaxaca.

Oaxaca cuánto te quiero y cuanto quiero a tus luciérnagas, ¿porqué las creaste Oaxaca?, ¿porqué permites a esas milimétricas esferas retar tu oscuridad perenne? Qué te dan ellas a cambio Oaxaca ¿equilibrio sepulcral?, ¿matizan tus pirámides? ¿Invocan a tus ancestros? Dime para que comparta tu regocijo.

Mi papá es mi tierra, no es mi madre la fértil, es él quien da a luz toda la existencia. Salen de su vientre las luciérnagas, vientre que arroja vida y muerte. Intermitencia existencial que añora mejores tiempos, eones pasados y milenios marchitos ahora perdidos.

“¿Por qué mueren tan rápido las luciérnagas Papá?” volví a increpar al gigante apuesto que me llevaba de la mano, sin recibir respuesta alguna mas que un acto, el de siempre, el que recordare hasta la muerte: detiene su paso, me sonríe con su lunar espléndido de la nariz, me toma de la cintura y me sube a sus hombros. La vida es más plena en los hombros de mi padre. Desde arriba todo es tan diferente, los insectos quedan a mis pies, los ríos corren bajo nosotros, los árboles frutales crecen bajo nosotros, las luciérnagas brillan por nosotros.

“Las luciérnagas no mueren rápido hijo –me contestó por fin- guardan su canto por unos instantes, son los caballos minúsculos de Dios, llevan en su sangre verde las reglas de naturaleza, en sus alas va escrito el funcionamiento del universo. Se posan en las hojas y se comunican con Oaxaca, son el alma volátil del estado que se desprende luminosa ante tus ojos”.

Le creí, ciegamente di por hecho todo lo que me decía, y ahora que él muere sé que es también un pedazo de tierra que se erosiona. Lo abrazo y en su lecho de muerte comienza a parpadear verde, la habitación del hospital huele a mole, huele a pasto fresco, huele a leña. Se oye la sinfonía matutina de los gallos, el correr vespertino de los ríos y el aullar nocturno de los coyotes. Todo el hospital se inunda con la temperatura indígena de las montañas, cálido como el zapote, macizo como el ganado, eterno como el maíz.

Ahora yo te cargo a ti Papá en mis hombros, pregúntame lo que quieras, ¿sabes cómo escribir un poema?, ¿sabes cómo se sienten los labios de otro hombre?, ¿sabes qué es la soledad?, ¿te has sentido desesperanzado?, ¿no? Que bueno, tu muerte no es el fin de las cosas, es el inicio de un nuevo aprendizaje, la hoja en blanco que comienza tres metros bajo tierra, se extiende a la corteza, traspasa el manto y llega al núcleo. Yo te enseñaré, gracias por una vida luciérnaga, te presto parte de la mía, toma mi mano ahora soy tu pedazo de Oaxaca que pretende explicarte el funcionamiento del cosmos.

Seol magneto

Publicado por Isaac Mtz. , domingo, 26 de diciembre de 2010 20:25

Yves Klein nos entrega una toma del arte conceptual en todo su esplendor: "Salto al vacío"; sin duda una experiencia irrepetible contemplar la obra por primera vez.